martes, 19 de abril de 2011

CONTRAPORTADA DIARIO DE ALMERÍA, LUNES SANTO


Este año el Lunes Santo ha comenzado antes de lo habitual, pero mucho antes. Después de una larga jornada de Domingo de Ramos, esperada y ansiada, algunos nos resistíamos a dar por terminado el primer día de la Semana Grande apurando hasta el final el tradicional bocadillo de la Estrella que congrega en regiones a los cofrades más rezagados, a esos que no podemos volver a casa mientras una corneta toque un solo o un llamador siga funcionando, a esos que una vez terminado tenemos que saludar a todo el cortejo, a esos que nos gusta ser los últimos en salir de la Hermandad después de haber comentado todas y cada una de las anécdotas del día, a esos que una vez que todo está terminado el Domingo de Ramos, nos vamos en la búsqueda de la iglesia que de madrugada se prepara para el Lunes Santo.

Y así van pasando las horas y casi sin darte cuenta llega el alba de nuevo. Y casi sin darte cuenta ha empezado un nuevo día de esta Gran Semana y sin quer darte cuenta pero sabiendo que llegaría se hace el momento de la despedida. Desde hace 5 meses supe que este momento llegaría, tal día como hoy a tal hora como las 7 de la mañana, momento de la despedida.

En otro punto de la geografía andaluza y apenas 45 minutos después amanece otro día de primavera, de esos que aunque en las últimas semanas pudieran haber pasado por una jornada del agosto almeriense, el citado Lunes Santo tiene pone de manifiesto que es primavera y como tal caprichosa e imprevisible, de las que le gusta tener a todos los habitantes pendientes del cielo.

Amanece tranquilo, el centro silencioso descansa y duerme mientras va levantando el día y se prepara para afrontar otra jornada de pasión que deberás llevar muy bien estructurada si deseas ver todo lo que la capital ofrece ese día en sus calles.

Sin embargo y aunque tenga 9 para elegir desde la mañana, aunque tenga el privilegio de vivirlo desde la avenida principal cofrade, aunque vaya a ver en directo lo que tantas veces busqué en youtube, aquello sobre lo que en tantas ocasiones he leído o eso que durante horas ha sido el nudo central de muchas de mis charlas con amigos, mi pensamiento no ha volado conmigo esta mañana, o puede ser que sí en algún momento, pero no tengo claro si al llegar ha decido coger el billete de vuelta y se ha plantado de nuevo en el estudio de Federico García Lorca para aportar su visión de lo que fue el Domingo de Ramos con los compañeros de Almería en la Onda.











En cualquier caso alma y cuerpo están separados en el día hoy, cada uno por libre, el reflejo del querer y el deber. El primero no entiende que Gran Poder esté reservado para la madrugá y que hoy no se llame Macarena y las 5 de la tarde sea la hora fijada. Necesita el café de La Gloria casi terminando de masticar el almuerzo, extraña a su gente, a esa con la que en muchas ocasiones del año se ha reunido de forma a veces inesperada para tomar una cerveza en la casa Hermandad de la calle Cucarro mientras visualiza un video de ese citado lugar al que me he referido antes y en el que hoy tiene posibilidad de estar y sin embargo no parece alegrarle tanto. Quiere quedarse embelesado de nuevo con esa cuadrilla torera que tantas sonrisas cómplices y sinceras le ha conseguido sacar, en sus viernes de ensayos por la calle las cruces o en sus tardes de Lunes Santo por la calle Granada. Quiere volver a sentir con ellos desde san Ildefonso, el calor de la gente de Almería que aguarda en la estrecha calle de las Mercedes cuando la loba del sillón de Pilatos desafía de nuevo las leyes de dimensión y juega una batalla con los 45 corazones, expertos ya, que bajo los pies del Señor hacen la primera gran faena de la tarde con resultado exitoso y que se ganan por aclamación popular y técnica la puerta grande del barrio taurino de Almería.

Quienes le conocen saben que desea subir a toda prisa la rambla camino de la cita tempranera del Lunes pero también que su gran debilidad cristífera en la Semana Santa de Almería está en el rostro del moreno de Santa Teresa. De él nunca se ha separado un Lunes Santo desde que por primera vez hiciera su salida en Vía Crucis un viernes de Dolores desde la antigua parroquia situada en soldado español.

Recuerda cómo se acercaba por la hermandad siempre que ésta traía alguna insignia nueva, la ilusión que le hizo ver aquella cruz de guía en madera y plata que se exponía en el altar de la antigua iglesia de la que hablo cuando esta hermandad que hoy tanto le significa era todavía un proyecto.

Y es que junto a la cuadrilla que hoy le acerca a Almería, queriendo sentir el calor de quienes van debajo y casi siendo uno más de los que le portan, transmitiendo en la provincia lo que siente un Lunes de Pasión han sido muchas las horas que dan pie un año tras otro a seguir aprendiendo, seguir queriendo, seguir creciendo.

Él lo hace especial por muchos motivos, porque detrás de cada nazareno, mantilla, costalero o acólito hay una historia y porque detrás de un Lunes Santo hay cientos de ellas. Porque necesito ese momento que me estremece cuando me detengo frente a tu rostro que mira fíjamente al suelo como si quisieras entender todo cuánto te hablo. Porque te siento conmigo y hay ciertas cosas que no se pueden entender y muchas otras que no necesitan explicación. Porque en el día de hoy mi Lunes Santo no se llamará Pasión y será san Gonzalo, Santa Marta o incluso cautivo, pero en mi cabeza, y sobretodo en mi corazón, de nuevo haces que el Lunes Santo siga siendo tuyo.

Viki Ortiz.

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