Quizá hoy que al
leer esto estás viviendo ya los instantes previos de ansia y expectación, quizá
la ilusión en tu mente no logra evadirla del recuerdo y la alegría que le
produce la dulce espera de quien desea durante meses la llegada del Lunes
Santo. Quizá hayas despertado esta mañana rememorando lo vivido en el día de
ayer y quizá hayas reparado en la mañana de hoy ya en preparar los atavíos y
alguna que otra visita por las Iglesias de la ciudad.
Quizá cumplas,
como manda la tradición de todo cofrade, con el ritual propio del presente día,
y quizá a ciencia cierta hayas despertado mirando al cielo a través de tu
ventana.
Puede ser que
este día lo vivas junto a ellos o este año a lo mejor no, pero lo que es seguro
que ciertas horas marcarán la atención de tu mente y encuentres el instante de
acercarte a buscar tu momento de reflexión en el Lunes Santo almeriense con
acento más sevillano.
Sea como sea el
color del hábito, sea cual sea la circunstancia que nos rodea, a veces hay ocasiones durante el año que entretienen
nuestros sentidos con falsos debates y discusiones banales que nos alejan de
vivir el verdadero sentido cristiano y humano que envuelve aquello que tan
sincero y profundo se muestra como es la expresión de fe.
No recuerdo
cuando conocí la Semana Santa, ni cuando hice mi primera Estación de
Penitencia, probablemente no era capaz de andar un paso ni consciente de lo que
ante mí tenía. Seguro que tampoco imaginaba que aquello que vivía se
convertiría en una de mis grandes pasiones. Pero a medida que las primaveras
han ido pasando y mi interés creciendo por conocer los entresijos que emanan de
tan puro sentimiento expresado en una forma de arte, bendigo el acertado
momento en el que la Semana Santa de uno deja de ser sólo tu Hermandad y
comienzas a querer compartirla con los demás, porque previamente ya alguien ha
compartido la suya contigo.
Pocas veces pensé
que en casa viviría los instantes previos de un hermano costalero, pero lo que
desde luego no iba a imaginar es que ese cofrade al que un Miércoles Santo siempre era difícil
separar de su Madre Esperanza, lo fuera hacer de costal y un Lunes como el de
hoy.
Debió sentir y
entender ese costalero aquel momento acertado en el que muchos de nosotros
hemos abierto nuestro cofrade corazón al sentir de los demás hermanos y
correspondidos nos hemos sentido, y así de esa forma elegir a la Virgen
Macarena para ser portadora de su oración más profunda en esta primavera de
2012.
Y da igual se
llame Dolores, Desamparo, Esperanza o Caridad, Merced, Angustia, Consuelo o
Ángeles… pues una agrupación no es tal por sus titulares sino por el sentido
que las personas que la componen les den a los mismos con sus actos y hechos
diarios. Y por ello, por las anécdotas y vivencias diarias para con los
cofrades de un día como el de hoy comencé a entender que Semana Santa era más
de un día y mucho más que mi Hermandad. Y fue entonces cuando entendí que se
puede querer ser cofrade en más de una Cofradía o costalero en más de un paso.
Y fue entonces cuando entendí la especialidad de un Lunes Santo, no sintiendo
nunca la necesidad de dividir mi afecto pues a partir de entonces entendí la
riqueza infinita que es capaz de emanar de una fuente inagotable que se nutre
de cariño.
Y es por ellos, aquellos
con los que comparto sábados de ensayo, noches de cenas de Hermandad, días de
convivencia entre cofrades, noches de Cruces de Mayo o madrugadas de montaje y
flores, por los que y gracias a los que me siento hoy una cofrade más en un
Lunes de Pasión.
Viki Ortiz
Sánchez
Diario de Almería, 02 de abril de 2012
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